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Apuntes de Historia CXXI
 
 
 
 
 
 
 
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25 de Abril de 2015
 Sanlúcar y Jerez, diplomacia medieval (I)
Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Queremos hoy acercarnos al tema de las relaciones entre nuestra ciudad y Jerez de la Frontera (el núcleo urbano mayor de nuestro entorno) en tiempos medievales, y ello a través del libro Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval, del cual fuera coordinador el historiador y profesor Diego Caro Cancela y que constituye el primer volumen de una serie sobre la Historia de nuestra vecina localidad jerezana.
Editado por el Servicio de Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Cádiz en 1999, el libro está dividido en tres grandes secciones: una primera sobre “Prehistoria e Historia Antigua de Jerez”, a cargo de Diego Ruiz Mata y Rosalía González (catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cádiz y directora del Museo Arqueológico de Jerez de la Frontera, respectivamente), la segunda sobre el “Jerez Islámico”, de la que es responsable Laureano Aguilar Moya (técnico del Museo Arqueológico Municipal de Jerez) y una tercera que se ocupa de “La época cristiana, 1264-1492”, a cargo de Emilio Martín Gutiérrez y José Ángel Marín Rodríguez (de la Universidad de Cádiz).

Diversos aspectos de la relación histórica entre Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda y sus respectivos términos municipales actuales a lo largo de los siglos son recogidos en los párrafos del libro en cuestión, aspectos que cuentan con su particular y nada desdeñable interés para la Historia de nuestra propia ciudad, desde las relaciones entre ambos núcleos -el sanluqueño y el jerezano- en tiempos medievales y con anterioridad a la concesión del Señorío sobre Sanlúcar a la Casa de Guzmán por la Corona en las postrimerías del siglo XIII (en 1297, como sabemos), hasta la comunidad de intereses económicos existente entre ambas ciudades, una realidad material ya sancionada por los acuerdos comerciales suscritos entre estas entidades poblacionales, por ejemplo, a fines del siglo XV.
 
A decir mejor, nos interesan especialmente los diferentes aspectos de la Historia de Sanlúcar reflejados en el citado estudio (estudiados o no en profundidad en la referida publicación): cuestiones tales como la presencia -siquiera de manera “anímica” (por así decirlo)- de nuestra ciudad (por entonces villa) en el nomenclátor de Jerez de la Frontera, o la existencia de una parroquia y collación (es decir, un barrio) de San Lucas Evangelista (patrono de Sanlúcar de Barrameda y cuya presencia -en esencia- en el propio nombre de la localidad era perfectamente identificable -entonces como ahora- para cualquier cristiano creyente, al margen de que las raíces del nombre de “Sanlúcar” sean mucho más complejas y profundas y no sólo guarden relación con el Evangelista Lucas, la tetramórfica figura del buey y el santoral cristiano) en el seno del casco urbano xericiense.
 
Asimismo, cabe señalar la presencia de la “Puerta de Solúcar” de Jerez, existente ya en fecha tan temprana e inmediata a la Reconquista del núcleo ceretano como 1267, o elementos tales como la caminería medieval que comunicaba Jerez de la Frontera con el mar a través de Sanlúcar o la migración de sanluqueños a la población vecina, siendo nuestra ciudad la que ocupara el segundo puesto en cesión de personas a Jerez durante el Cuatrocientos. 
 
Todos estos factores son elementos que de forma evidente e innegable nos hablan acerca de la lógica y sólida vinculación y relación existente entre las localidades de Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda en tiempos medievales, ya desde el siglo XIII, esto es, desde los primeros momentos de la presencia castellana en la comarca es de considerar que dicha estrecha vinculación data de muchos siglos atrás, como hemos visto cuando en textos precedentes tratábamos sobre Évora y La Algaida, sobre el primitivo núcleo astense y las relaciones del mismo con el entorno y contexto costero inmediato a Asta Regia, hoy en término municipal de Sanlúcar de Barrameda y jalonado de yacimientos arqueológicos tan relevantes –y antiguos- como los de las ya citadas Évora o La Algaida.
Se hace hincapié en la publicación citada sobre la el peso y papel y la importancia de esta caminería, de este viario terrestre, de cara a las relaciones comerciales (económicas, en general) de ambos núcleos territoriales, el realengo (Jerez de la Frontera) y el señorial (Sanlúcar de Barrameda), ya que una de las puertas al mar, si bien no la única, del territorio ceretano pasaba necesariamente por nuestra localidad y su término.
 
Dentro de este ámbito de las relaciones económicas entre Jerez y Sanlúcar es posible señalar el acuerdo al que se llega en 1499 (y al que se hace referencia en la página 322 del libro que nos ocupa) de Hermandad de Pastos entre ambas poblaciones; en un mundo medieval, en el cual la ganadería ocupa un notable papel económico, se trataba de evitar tensiones entre núcleos de población vecinos, así como eliminar posibles motivos de disputa por los pastos para las reses, intentando que la competencia se convirtiera en convivencia, puesto que el control de la tierra y los pastos podía ser motivo de conflicto entre ambas localidades, acarreando litigios, y pudiendo llegar a originar enfrentamientos que ocasionasen no solamente daños materiales, sino también el enfrentamiento físico de los individuos.
Se trata, además, de un mundo en el que el individuo debe ser entendido principalmente como parte de una comunidad, por lo que estos conflictos y daños no serían concebidos ni recibidos como algo individual o particular, que afectase  estrictamente a las personas interesadas o directamente afectadas, sino que podrían ser interpretados y percibidos como un daño al conjunto de la comunidad, con el consiguiente volumen de represalias que ciertamente serían de evitar, al por poder derivar en una indeseable espiral de violencia.
 
Por todo ello, y como forma cierta de fomentar la producción económica en paz, en un mundo en el que la acumulación de excedentes seguiría siendo precaria y en el cual, y precisamente por ello, la supervivencia de las personas no vendría a estar asegurada a largo plazo, no pocas ciudades medievales castellanas -y andaluzas- con lindes entre sí llegarían a establecer acuerdos de “Hermandades de Pastos”, un mecanismo por el que se trataba de eliminar tensiones y litigios, todo ello bajo los auspicios de la Corona (es decir, del Estado), preocupada siempre por mantener la estabilidad social y política dentro de sus fronteras; así, en Andalucía podemos señalar los acuerdos de esta naturaleza sostenidos por Jerez de la Frontera con localidades como Sevilla, Gibraleón, Carmona, Arcos, Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Huelva y Vejer (datados en 1269).
 
La Hermandad de pastos entre Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda, más reciente que la anterior, data de 1499, y trató de poner coto a las tensiones existentes por los motivos citados, creando una zona de pasto común en La Ventosilla, que había sido hasta entonces lugar y causa de enfrentamientos y conflictos entre ambas localidades. Así se buscaba la paz.
 
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