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Apuntes de Historia CXXVII
 
 
 
 
 
 
 
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06 de Junio de 2015
A vueltas con la navegación del Baetis (V)
                       
Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Venimos considerando en los párrafos anteriores el uso económico, como vía de comunicación (en líneas generales) de la vía fluvial del Baetis desde antes de la presencia romana en la Península Ibérica; su carácter de "definidora" del espacio meridional hispano en la Antigüedad quedaría plenamente confirmado por la actuación posterior del Estado romano en el entorno del río.
Las fuentes nos hablan de cifras relativamente elevadas en cuanto a la existencia de núcleos poblacionales en el valle del Baetis (el antiguo Certis o Tertis, de hacer caso al romano Tito Livio, en su monumental obra “Ab Urbe Condita”, XXVIII.22.1:...Baete amni quem incolae Certim appellant... -“el río Baetis, al que los nativos de la región llaman Certis”), las principales de las cuales se encontraban en relación con alguna de las vías navegables del mismo (la principal o alguna de las secundarias), así como de una más que fuerte implantación cultural romana en el substrato indígena de la región.

Nos abstendremos de abordar con abundancia el  pasado prerromano del Baetis y sus tierras, por exceder de los límites del presente trabajo; resulta muy interesante (para entender la concepción tradicional que identifica el río Guadalquivir -y  la región de su desembocadura- con el río [de] Tartesos) la obra del estudioso dieciochesco Juan Pedro Velázquez-Gaztelu, Historia Antigua y Moderna de Sanlúcar de Barrameda (con estudio preliminar y transcripción del documento por M. Romero Tallafigo), publicada en dos volúmenes en Sanlúcar de Barrameda (1992-1994), especialmente por lo que atañe al capítulo cuarto del primer volumen, dedicado a las "Fábulas pertenecientes a este territorio de Sanlúcar y su costa marítima. Primera, la de los Campos Elíseos en la Gentilidad de la Región Tartesíaca" (sic) (pp. 149-156).
 
El geógrafo grecorromano Estrabón (en su Geografía, III.2.15), y que escribe en el tránsito de los siglos I a.C. y I d.C., describe la situación del valle del Guadalquivir en su época, señalando que los nativos del mismo habrían olvidado sus propias lenguas nativas, habiendo adoptado el latín (hasta tal punto se habrían romanizado); Plinio (III.2.6), por su parte, señala a mediados-fines del siglo I d.C. la existencia de 175 ciudades en la Bética.
De acuerdo con la relevancia del río en su región, y siguiendo esta tónica, es de señalar que las cuatro capitales de los Conventus de la Baetica (las divisiones administrativas en las que se organizaba la provincia bética) se encontraban en relación directa con una corriente de agua.
 
Así, las ciudades de HispalisCorduba (Sevilla y Córdoba, siendo esta última la capital de la provincia, además), en el BaetisAstigi (Écija) junto al Singilis (el Genil, el gran afluente del Guadalquivir); Gades (Cádiz), por su parte,sumaba a su condición de puerto de mar y de ciudad insular la proximidad inmediata  tanto  de  los  esteros de su Bahía como de la desembocadura de los ríos Iro (en Chiclana, en el extremo Sur de la Bahía) y (en mayor medida, dada su mayor cercanía al casco urbano gaditano) Guadalete.
Cabe recordar en este mismo sentido que junto al puerto de la propia Gades hemos de contar con otras instalaciones en su entorno más que posiblemente dependientes del mismo municipio gaditano, la más famosa de las cuales debió ser sin duda la del Portus Gaditanus (o Portus Balbus, el Puerto de Balbo) establecido en la costa por el potentado gaditano de origen fenopúnico Lucio Cornelio Balbo (de acuerdo con Pomponio Mela, Chorographia, III.4 y con Cayo Plinio, Historia Natural, III.7).
 
En este mismo sentido, podemos señalar que en la provincia de Lusitania (vecina a la Baetica) encontramos asimismo cómo dos de las tres capitales conventuales de la dicha provincia (excepto Pax Iulia) cuentan con sendos ríos para su servicio: Emerita Augusta (Mérida, la capital provincial) con el Guadiana y Scallabis (la ciudad portuguesa de Santarem) con el Tajo.
 
En cuanto respecta a las capitales de los Conventus de la provincia Tarraconense, Tarraco (Tarragona, la capital de la provincia) yCarthago Nova (Cartagena) se encuentran en la costa (contando la primera con el río Francolì y la segunda con la relativamente cercana superficie del Mar Menor murciano), Caesaragusta (Zaragoza) cuenta con el Ebro, Bracara Augusta (Braga) con el moderno Cávado,Lucus Augusti (Lugo) con el curso alto del río Miño, Asturica Augusta (Astorga) por su parte se encuentra en el valle del río Tuerto, que es afluente del Esla (que es a su vez afluente del Duero); finalmente Clunia aparecería como la única capital conventual de la Tarraconense aislada del contacto directo con los cursos fluviales, encontrándose en el alto valle del Duero y respondiendo su  emplazamiento y capitalidad quizá más a criterios estratégicos (económicos, militares, geopolíticos...) de ocupación del territorio que a otros aspectos estrictamente relativos a las comunicaciones por vía acuática.
Tenemos constancia desde antiguo de las condiciones que presentaba el Guadalquivir en su desembocadura, de la existencia del "lacus Ligustinus" y sus diferentes brazos, alguno de los cuales podía conectar directamente con  las aguas de la Bahía de Cádiz, un asunto del que se han ocupado no pocos investigadores, como J.E. Bonsor, G. Chic, Caro y Tomassetti, entre muchos.
 
Así,  nuestro paisano Antonio de la Vega proporciona en las páginas de alguno de sus estudios algunas noticias sobre una propuesta realizada por el marino sanluqueño D. Joaquín de Mergelina, secretario del Ramo de Marina de la Junta Central de Regencia de Sevilla, en diciembre de 1809, encaminada a "...utilizar los prisioneros franceses existentes en Jerez tras la derrota de Bailén en abrir un canal  navegable desde el Guadalquivir al Guadalete...", una propuesta que fue aceptada por la Junta de Regencia (por lo que "...se hicieron con suma actividad los trabajos preliminares..."), pero que finalmente no fructificó por la evolución inmediata de los acontecimientos bélicos en el contexto de la Guerra de la Independencia.
 
Volviendo a la época romana, conocemos las condiciones de navegabilidad que presentaba el río Baetis en  el  siglo I de nuestra Era merced a Estrabón (“Geografía”, III.2.3), de manera que sabemos cómo hasta la ciudad de Hispalis alcanzaba la navegación estrictamente marítima, hasta Ilipa Magna (la moderna Alcalá del Río, en la provincia de Sevilla) podía navegarse en embarcaciones más pequeñas y hasta Corduba en botes más pequeños; el límite absoluto de la navegación estaba situado en Castulo (Cazlona, Fuente de Baños de la Encina, provincia de Jaén), sobre el Guadalimar:  más allá de este último punto la navegación no era considerada... (por no decir que no era factible).
 
Hemos de ver en estas condiciones de navegabilidad la puesta en marcha de una estructura organizada y encargada de velar por el mantenimiento de una actividad que al Estado Romano le resultaba de vital interés: el comercio (el mantenimiento de las comunicaciones) por el río Guadalquivir, la gran arteria de comunicación del Sur peninsular.  
 
Todos los trabajos de Manuel Jesús Parodi publicados en SD  
 
 
 
 

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