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Apuntes de Hsitoria CXXXIV
 
 
 
 
 
 
 
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25 de Julio de 2015
750 AÑOS II
Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Señalábamos en el comienzo del artículo de la pasada semana que existen momentos especiales, esenciales, en la historia de toda ciudad, pueblo y lugar, cuestiones y hechos del pasado -hechos históricos, pues- que cuentan con una especial imbricación en la realidad de una comunidad humana, hasta el punto de que tales momentos, sucesos y acontecimientos hayan podido servir de forma singular para forjar la identidad y naturaleza de un grupo humano determinado, de una comunidad en concreto, de un pueblo o ciudad, y Sanlúcar de Barrameda no es una excepción.
Ya se trate del momento “fundacional” de una determinada comunidad (hay, en efecto, no pocas ciudades con “año cero”, real o atribuido, como Roma, fundada el 753 a.C., o la fenicia Cádiz (Gadir), que habría sido fundada -en ambos casos de acuerdo con las fuentes históricas- el 1104 a.C.), o de algún momento histórico de especial relevancia por una u otra razón, en el pasado de todo conjunto humano (menor o mayor) existen circunstancias elevadas a la categoría de “históricas”, y de entre aquéllas, algunas que son aceptadas por dicha comunidad como hitos fundamentales de su pasado, y con ello y por ello, como parte básica de sus señas de identidad. 

 La ciudad de Sanlúcar de Barrameda cuenta, como sabemos y señalábamos en el anterior artículo de esta serie, con hitos históricos de gran peso, que si no son estrictamente “fundacionales” sí resultan dignos de ser considerados como “esenciales” en el contexto global de la Historia local.

En este sentido, nos deteníamos a mencionar en los párrafos precedentes algunos de los múltiples elementos del pasado más remoto, e incluso del pasado mítico, que  forman parte de la Historia (de una u otra forma) de las tierras que hoy componen el moderno término municipal sanluqueño, desde las evidencias de nuestra Arqueología (con hitos como los yacimientos de Évora o La Algaida, entre otros y por sólo hacer mención de los dos más conocidos) hasta las menciones de estas tierras en el cuerpo general de la Mitología Clásica, con referencias nada más ni nada menos que a Zeus, Apolo, o Venus, entre otros dioses antiguos que habrían paseado por estos paisajes, nadado estas aguas y surcado estos cielos, antes del Tiempo.
 
 En lo que se ciñe a materia de la Historia local de Sanlúcar de Barrameda y centrando nuestro interés en los “hitos fundacionales” (o esenciales) a los que venimos haciendo alusión, sabido es que el año 1297 cuenta con un peso indiscutible, así como con un marcado tono y carácter de centralidad, de “momentum” (en un sentido latino del término, de “momento especial), de “bisagra”, que marca un antes y un después en el pasado y la evolución histórica de la ciudad de Sanlúcar.
 
En 1297 se concede por escrito el Señorío de Sanlúcar a Alonso Pérez de Guzmán “el Bueno”, y el documento, el “Privilegio Rodado”, que lo demuestra se conserva en el Archivo General a de la Fundación Casa de Medina Sidonia, en Sanlúcar de Barrameda (y, justo es decirlo aunque sea bien sabido, ello es así gracias a la XXI duquesa de Medinasidonia, Dª. Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, q.e.p.d.).
 
En tal año, como es sabido, la Corona castellana concede el Señorío de Sanlúcar al antedicho Guzmán “el Bueno” (por sus servicios al estado, fueran éstos los que fueran, en Tarifa o en otros lugares), a los Guzmanes.
Con ello quedaría marcado el carácter de la ciudad, así como se determinaría en buena medida su evolución posterior, su Historia… Desde ese año de 1297, y hasta mediados del siglo XVII (hasta 1645, o lo que es lo mismo, a lo largo de los varios siglos que abarcan desde las postrimerías del XIII hasta la mitad del XVII), la Historia de la ciudad estaría indisolublemente ligada a la Casa de Guzmán, conformándose de este modo una relación simbiótica, íntima, entre la antedicha Casa nobiliaria y la hoy ciudad (antes villa) de Sanlúcar de Barrameda, eje, núcleo articulador, cabeza de los dominios y estados de la Casa en Andalucía (y no sólo en Andalucía).
 
Por todas estas razones y motivos, el año 1297 cuenta para la Historia de Sanlúcar de Barrameda con un marcado carácter “esencial”, casi fundacional; en el imaginario colectivo, tal fecha aparece como una suerte de “año cero” (en expresión que ya hemos empleado con anterioridad en estas páginas) para el pasado de la ciudad, para Sanlúcar tal y como la conocemos.
 
 De una parte, y como hemos señalado en no pocas ocasiones (algunas ya en estos mismos artículos de la serie que nos viene ocupando desde junio de 2012), y en lo que se refiere a cuestiones “fundacionales”, el nombre de “Sanlúcar” corresponde a la ciudad -al menos- desde fines del siglo XI, como sabemos gracias a las monedas almorávides (islámicas) que hemos estudiado y publicado y que a las hemos dedicado algunos párrafos en esta serie con antelación.
 
Asimismo, y en lo que atañe a la que habría de ser la propia evolución histórica de la ciudad y a la forja de sus señas de identidad (de su carácter y esencias), cabe señalar que también con anterioridad a dichos momentos de finales del siglo XIII (con la llegada de los Guzmanes el mencionado año de 1297), contamos un hito determinante para la evolución histórica de Sanlúcar de Barrameda y para su devenir en el tiempo (como dijimos en el precedente artículo, sea ello anotado sin entrar en valoraciones: la Historia no las conoce), un hito del que el pasado año 2014 se cumplieron 750 años (los que hemos señalado en el título de estos artículos), una cifra tan redonda como que representa tres cuartos de un milenio..., nada menos.
 
Se trata de la incorporación de Sanlúcar de Barrameda (sus tierras, su Castillo o Alcázar de las Siete Torres, sus riberas, su río…) a la Corona de Castilla; este hecho histórico se produjo en el año 1264, reinando Alfonso X “el Sabio”, hijo de Fernando III “el Santo”, quien decidió dar un nuevo impulso a las conquistas castellanas en el Meridión hispano, alcanzando las costas gaditanas y onubenses en un movimiento estratégico que habría de tener como resultado la referida incorporación de las tierras sanluqueñas a la soberanía del viejo reino castellano, en detrimento del poder musulmán, hasta aquellos entonces todavía soberano (aunque en declive) por estos pagos y parajes.
 
La batalla de Las Navas de Tolosa (Jaén, 1212) marcó el inicio del fin de la presencia musulmana en las tierras del Valle del Guadalquivir; Castilla inició una rápida conquista de los territorios del valle, que llevó a Fernando III a conquistar Jaén, Córdoba -la vieja capital Omeya- y Sevilla en la primera mitad del siglo XIII.
 
En 1248, con la conquista  de Sevilla (una conquista efectuada “por mar”, o “desde el mar”, no casualmente, y merced a la acción de la flota castellana, que remontó el Guadalquivir desde Sanlúcar, atravesando territorios enemigos), Castilla detuvo momentáneamente su expansión; entre las causas de tal parón habría que contar las demográficas, las logísticas, las militares…, en fin de cuentas, las propias necesidades del estado castellano (entre las que no son de excluir las dinásticas, las internacionales…).
 
Si Fernando III detuvo las conquistas tras 1248, llegando a acuerdos (pactos) con los territorios musulmanes al Sur de Sevilla (las viejas taifas de Niebla y Jerez), Alfonso X decidió (por razones de fácil comprensión, que trataremos en los próximos párrafos), pasados tan sólo 16 años desde la conquista de Sevilla por el rey Santo, su padre y antecesor, volver a impulsar el movimiento castellano hacia el Sur-Suroeste, en busca del mar (y como forma de “cerrar fronteras”, tanto ante los enemigos norteafricanos como frente a los vecinos lusos, del otro lado del Guadiana).
 
En dicho cambio de política, en dicho nuevo impulso alfonsino (o alfonsí) a la expansión castellana en los actuales ámbitos onubense y gaditano, podemos encontrar diversas razones y motivos, entre los que se cuentan los económicos, estratégicos e ideológicos (como motores esenciales de la cuestión). Sanlúcar de Barrameda formó parte de todo ello, y fue incorporada a Castilla, hace ahora más de tres cuartos de milenio. Lo seguiremos viendo…
 
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