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Apuntes de Historia CCXVI
 
 
 
 
 
 
 
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26 de Febrero de 2017
La envolvente americana en Sanlúcar. Algunas notas
Manuel Jesús Parodi Álvarez..-La Europa de la transición entre los siglos XV y XVI, de la mano de algunos descubrimientos científicos y técnicos, caso de la imprenta, de los cambios intelectuales, morales e ideológicos al calor de las nuevas ideas religiosas, así como gracias a los descubrimientos geográficos y las expediciones marítimas (fundamentalmente portuguesas y españolas), vería alumbrarse repentinamente ante sus ojos un Mundo Nuevo, unos nuevos horizontes culturales, económicos y políticos que darían estruendosamente al traste con las viejas costuras que hasta aquel momento habían mantenido los tonos de la homogeneidad y la tradición históricas en el Viejo Mundo.

Las navegaciones oceánicas, en primer lugar las realizadas por los portugueses a través del Atlántico y el Índico, y luego, no mucho después, las efectuadas por los españoles por ese mismo Océano Atlántico, por el Océano Pacífico (descubierto para Europa en los primeros años del Quinientos igualmente por exploradores españoles) y por el antedicho Océano Índico, con los Viajes Colombinos como gran antesala de la Primera Circunnavegación (1519-1522) habrían de ser el detonante de una verdadera revolución que conllevaría la transformación, por ampliación, de los horizontes de la Europa de la época.
 
El Viaje de Magallanes-Elcano, la Primera Vuelta al Mundo (un viaje realizado, como es sobradamente sabido entre el veinte de septiembre de 1519 y el seis de septiembre de 1522), vino a demostrar de manera palpable y evidente, de forma verdaderamente definitiva en fin de cuentas, la finitud y esfericidad de la Tierra desde un plano material, histórico, lógico, humano, y vino asimismo a sentar las bases de todo lo que habría de ser después…, desde aquel lejano entonces hasta hoy día, quinientos años después.
 
Las influencias culturales llegadas desde los Nuevos Mundos y el Lejano Oriente, los cambios económicos y, por ende, sociales, los avatares políticos de la Europa de la Edad Moderna, la construcción de unos Imperios y la destrucción de otros, la mezcla de sangres, no siempre de modo pacífico, la presencia en Sanlúcar de Barrameda de una pléyade de naciones, algo no ajeno a la Historia de este territorio desde tiempos pretéritos y potenciado exponencialmente al calor de los cambios venidos de la mano de este proceso de ampliación de horizontes y eliminación de barreras…
 
Todo ello habría de dejar una clara impronta en la estética, en las formas, en los fondos, en los modos de ser de un territorio, el de la desembocadura del Guadalquivir, y de una ciudad, Sanlúcar de Barrameda, eje histórico (económico, político, cultural, monumental…) de dicho marco geográfico, que se traduce en el propio aspecto de este pequeño emporio de las Bocas del viejo río Baetis: esta “huella americana”, esa impronta cosmopolita, marca los ritmos de la ciudad (su economía, sus vinos, su viario, su interacción con el río y el mar, sus monumentos, sus templos y palacios, su Patrimonio Inmaterial…) desde los mismos albores del XVI hasta, puede decirse, nuestros días, como una envolvente general en la que se ha desarrollado el día a día de Sanlúcar ante los ojos de propios y extraños, y puede ser disfrutada a través del rico Patrimonio Cultural sanluqueño.
 
 Y uno de los elementos a todas luces más significativos de este momento histórico que mencionamos, y que ha sido objeto de su reciente descubrimiento en Sanlúcar de Barrameda, es el pavimento del siglo XVI de la calle Trascuesta, al pie de la muralla perimetral de los históricos Jardines del no menos histórico Palacio Medinasidonia (uno delos hitos fundamentales de nuestro paisaje), junto al Mercado de Abastos de San Lucas.
 
En 2016, en el contexto de la intervención de restauración del Mercado de Abastos de Sanlúcar de Barrameda (un edificio histórico cuya primera fase constructiva se remonta a mediados del siglo XVIII y que vuelve a recuperar, gracias a las labores de conservación realizadas en el mismo impulsadas desde lo público, el tono que merece), una intervención ejecutada por el Ayuntamiento de Sanlúcar y la Diputación Provincial de Cádiz, se produjo el hallazgo de un pavimento original del siglo XVI (asociado a materiales arqueológicos de los siglos XV-XVI y datado en función de dichos repertorios así como de la documentación y las fuentes escritas relativas al mismo), que se ha conservado para su puesta en valor, integrándolo en el discurso histórico de la ciudad, pues representa un jalón de la Sanlúcar histórica de los momentos de expansión y crecimiento de la ciudad desde la Barranca (el Barrio Alto) hacia la Ribera (el Barrio Bajo).
           
Camino natural desde la playa a la acrópolis sanluqueña del Barrio Alto, el hilo viario conformado por la Cuesta de Belén, la calle de los Bretones y el entorno de la actual Trascuesta, sería callado testigo de las entradas y salidas de personas y mercancías al recinto amurallado sanluqueño desde época medieval, y, hoy día, ya en el siglo XXI (medio milenio después de que unas manos como las nuestras lo colocasen en donde se encuentra todavía hoy) este fragmento del viario urbano nos habla desde los albores de la Modernidad de un momento singular como es el de la I Vuelta al Mundo, pues quizá sobre esta calle de hace quinientos años pudieron caminar Magallanes y Elcano en su estancia en Sanlúcar, previa a su partida para el que sería el Primer Viaje de Circunnavegación de la Tierra (el 20 de septiembre del año 1519), así como también lo harían los supervivientes de dicho viaje cuando regresaron a la ciudad culminado felizmente el mismo, tres años después de su partida, el día seis de septiembre de 1522.
           
Esa misma calle (que cuenta con medio milenio de antigüedad), ese mismo e histórico jalón de nuestro espacio urbano, habría sustentado, como hiciera con los expedicionarios de 1519-1522, los pasos de los integrantes de la primera embajada oriental llegada a Europa, la Expedición Keicho, encabezada por el samurai Tsunenaga Hasekura, cuando en 1614 (y de la mano de los jesuitas y la Monarquía Hispánica) estos viajeros llegaron a Sanlúcar de Barrameda, que es decir a Europa, desde el lejano Imperio insular del Japón: sabemos que Tsunenaga y su séquito desembarcaron en Sanlúcar de Barrameda, y ascendieron desde la playa hasta el Palacio Ducal de Medina Sidonia, precisamente hollando ese jalón de nuestra Historia, este pavimento de cantos rodados que, ahora (tras haber estado perdido durante tanto tiempo), muestra las claves de algunos de los momentos estelares de la Humanidad, parafraseando a Stefan Zweig.
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