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Apuntes de Historia CCXLI
 
 
 
 
 
 
 
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19 de Agosto de 2017
Sobre las Puertas de Sanlúcar (V)
Manuel Jesús Parodi Álvarez.-En las últimas líneas del precedente artículo señalábamos que las Puertas de Jerez y de Rota amparaban los accesos a la villa murada medieval cristiana por el Este y por el Sur, respectivamente, mientras las dos restantes, la Puerta de la Mar y la Puerta de Sevilla, que, juntas, conformaban el conjunto de los cuatro accesos mayores al casco histórico de la antigua villa murada de Sanlúcar de Barrameda (del recinto amurallado de época medieval ya cristiana, cabe decir), daban acceso a este conjunto amurallado desde el Oeste y desde el Norte, respectivamente.
Decíamos asimismo que abordaríamos, en este recorrido que desde hace unas semanas venimos haciendo por los espacios mayores de transición entre la villa murada y el exterior de la misma, por las Puertas principales del recinto murado de la Sanlúcar medieval cristiana, algunos aspectos que guardan relación con la propia ubicación de las referidas Puertas, con su localización definida o aún hipotética, sobre los restos que todavía asoman tímidamente a nuestro caserío urbano de alguna de las mismas, y sobre el papel de dichos accesos en el desenvolvimiento de la traza urbana de la Sanlúcar de la Baja Edad Media y en el ordenamiento urbanístico de la misma en esos momentos bajomedievales que, precisamente, habrían de ser la antesala de la Primera Vuelta al Mundo.

Hemos hecho hincapié en la existencia de un recinto amurallado de época medieval cristiana que se ubicaba en la Corona de la Barranca, en la que venimos llamando la “Acrópolis” de Sanlúcar (el Barrio Bajo no habría estado amurallado), un recinto que habría dejado físicamente atrás a la más modesta estructura de la cinta muraria de tapial de la época medieval islámica (a la que tantos párrafos hemos dedicado precedente y sobre la que volveremos tantas otras veces, o más aún), a la que habría englobado quedando la misma dentro de los límites de la referida cinta de muralla de época ya guzmana.
 
La muralla de la villa medieval cristiana de Sanlúcar habría sido erigida a lo largo del siglo XIV (el Señorío de la villa recae en Alonso Pérez de Guzmán “el Bueno” en fecha tan tardía del siglo XIII como 1297), siendo que este esfuerzo constructivo debió en buena medida marcar los ritmos de la presencia guzmana en la localidad, al menos desde la perspectiva de la poliorcética, del arte de la defensa y de la fortificación, sea desde el punto de vista de lo militar como desde el punto de vista de lo económico.
 
Las cuatro Puertas principales de dicho recinto amurallado cristiano han dejado huella en la ciudad, en su Historia y en el imaginario colectivo del cuerpo social sanluqueño, siendo sin embargo que sólo se conserva (si bien relativamente alterada en su aspecto y su fisonomía) una de ellas, la Puerta de Rota, el Arquillo de Rota, como es mejor conocida esta entrada a la ciudad.
 
Estos significativos hitos históricos y monumentales de la ciudad han dejado huella en la misma de diversas maneras; de una parte, en la organización de los espacios aledaños a los mismos, pues se conserva un patrón relativamente común de interacción entre muralla, puerta y espacio exterior a la misma, ya que en dichos espacios exteriores se genera un ámbito abierto de transición entre la zona intramuros y la zona extramuros: sucede así, por ejemplo, con la Fuente Vieja, en relación con el Arquillo de Rota, con la zona de la Puerta de Jerez, en relación con dicho acceso, en lo que respecta a la desaparecida Plaza de Belén, en el exterior de la igualmente desaparecida Puerta de la Mar, por ejemplo.
 
De este modo, podemos ver cómo en la zona inmediatamente extramuros de la villa, y en directa relación con las Puertas mayores de acceso a la misma se venían a generar (quizá otro tanto de lo mismo sucediera con los accesos al Hisn medieval islámico, al recinto murado de la villa vieja de época musulmana, de lo que nos ocuparemos en otra ocasión, en otros párrafos) unos espacios abiertos, hoy, cuando conservados, cristalizados en forma de plazas más o menos regulares, o, cuando menos, en forma precisamente de espacios aún abiertos, con identidad como tales y nombre (y carácter propio).
 
Estos entornos abiertos extramuros vendrían a ser los espacios, precisamente, de la interacción entre el intramuros y el extramuros de la villa murada, y no casualmente se generaban en el exterior de las Puertas mayores de la misma, pues los mismos funcionaban a modo de “distribuidores” exteriores del tráfico humano, de la entrada y salida de mercancías y personas, y en ellos se desarrollarían actividades económicas relacionadas con el intercambio de bienes y productos, siendo quizá también un espacio destinado a albergar cuestiones fiscales, como el posible cobro de los impuestos de paso por la entrada de mercancías a la villa, pudiendo ser además su espacio un entorno propicio para el establecimiento de un ámbito de intercambio de productos, como hemos apuntado.
 
Anejo a la Puerta o Arquillo de Rota se encuentra, aún hoy, el espacio abierto de la Fuente Vieja, que funciona verdaderamente, y aún hoy, como un distribuidor de caminería justo en el acceso a la citada Puerta de la villa, cumpliendo una funcionalidad clara en ese sentido.
Igualmente, y en el exterior de la Puerta de Jerez, se generaría el espacio aún hoy conservado y con identidad propia de la “Puerta de Jerez”, el pequeño bulevar o plaza (según se mire) que recibe el nombre (y hablaremos de la toponimia urbana en relación con estas Puertas) precisamente de la puerta en cuyo exterior se generaría el mismo, andando el tiempo.
 
Y en el entorno de la también desaparecida Puerta de la Mar, en la Cuesta de Belén, se habría generado asimismo uno de estos espacios abiertos, el de la perdida Plaza de Belén, que desaparecería como consecuencia del progresivo colmatarse del espacio en la Edad Moderna, al reordenarse la zona como consecuencia, por ejemplo, de la construcción en el siglo XVIII del Mercado de Abastos de San Lucas en su primera fase (la segunda fase data de finales del siglo XIX y la tercera de la primera mitad del pasado siglo XX).
En torno a la Puerta de Sevilla, cuya ubicación trataremos de abordar la semana que viene, se habría quizá generado asimismo alguno de estos espacios, si bien la transformación del entorno es aún más intensa que en el resto de los ámbitos considerados y hace más complejo el razonamiento en este sentido, en este caso concreto.
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