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Apuntes de Historia CCXLV
 
 
 
 
 
 
 
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16 de Septiembre de 2017
La Primera Vuelta al Mundo, un antes y un después en la Historia de la Humanidad (II)
Manuel Jesús Parodi Álvarez,.La Historia es diacronía. Esto es, la Historia es una secuencia, un proceso, una realidad presidida por el continuo espacio-tiempo; la Historia es la disciplina que estudia la evolución y desenvolvimiento de las sociedades humanas en el espacio-tiempo, y como tal y por ello la Historia es análisis, comprensión de las cosas, explicación de los procesos.
Los hechos históricos, aun contemplados bajo el foco de una atención prioritaria, no se desarrollan -no suceden- de manera aislada, ni son una realidad cerrada en sí misma, aislada del conjunto general en que se insertan (conjunto geográfico, cultural, cronológico, estético…): los hechos históricos forman parte de un todo en el que se imbrican y del que resultan ser manifestaciones integradas, interrelacionadas con el resto de las cuestiones que los circundan y de cuya realidad coetánea forman parte en mayor o menor medida, con mayor o menor intensidad, por así decirlo.
           
Así, la Primera Vuelta al Mundo, ese hecho fundamental de la Historia de la Humanidad que se completa en Sanlúcar (esa Sanlúcar de Barrameda que, no nos cansaremos de decirlo, es la cabeza del “cosmódromo de la Modernidad” que vino a ser el eje conformado por el Golfo de Cádiz y el río Guadalquivir -el, tampoco nos cansaremos de insistir en ello, gran “río-puerto” de la Modernidad, el verdadero núcleo articulador de las navegaciones oceánicas y de la I Circunnavegación de la Tierra), tiene en su contexto histórico todas las claves de su explicación, todos los tonos de su paleta de colores.
 
            La expedición de Magallanes-Elcano (llamada así justamente por quien la inició, el portugués de Sabrosa Hernando de Magallanes, y por quien la culminó con éxito, el vasco de Guetaria Juan Sebastián de Elcano), que entre 1519 y 1522 circunnavegó por primera vez la Tierra tras hacerse a la mar desde Sanlúcar de Barrameda un 20 de septiembre del citado año de 1519 y regresar igualmente a la ciudad de Sanlúcar un 6 de septiembre del antedicho 1522, tres años más tarde, coronando de ese modo exitosamente una proeza colosal, tenía entre sus causas la de la búsqueda de las especias, pero el conjunto es algo más complejo que esa simple fórmula así expuesta sencillamente…
 
            Porque la Vuelta al Mundo tiene que ver con la cosmovisión de la época, con la globalización y la geoestrategia de la Europa -y del Mundo- de finales del siglo XV y principios del siglo XVI, con el control de las rutas comerciales entre Asia, el Lejano Oriente, y el continente europeo, con quién y cómo tenía bajo su control, bajo su poder, bajo su mano, dichas rutas comerciales que desde la India y China, desde las Islas de las Especias, llegaban hasta Europa acercando al continente europeo las especias (y no sólo las especias) de Oriente.
 
            Unas rutas comerciales que conectaban Europa y Asia ya fuera por vía terrestre, como sería el caso de la vieja Ruta de la Seda, ya fuera por vía marítima, a través del océano Índico, el mar Rojo y el Golfo Pérsico, hasta fines del siglo XV, para desde allí alcanzar finalmente el Mediterráneo ya fuera a través de la costa siro-libanesa (como en los tiempos antiguos, muchos siglos atrás, de la mano de los fenicios, por ejemplo), ya fuera a través del gran puerto de Alejandría, verdadera cabecera comercial del Mediterráneo oriental y auténtico conector entre Oriente y Occidente, hasta los últimos años del siglo XV.
 
            En los siglos de nuestra Plena y Baja Edad Media (del XII al XV, siguiendo la división cronológica convencional de la secuencia de los períodos históricos de acuerdo con el prisma de la Historiografía europea, occidental), entre China, La India, las ya mencionadas Islas de las Especias (Molucas, Filipinas…), en las rutas comerciales que desde dichos territorios llegaban a Occidente, se interponían varios poderes, musulmanes, que controlaban los tramos intermedio y final de dichos itinerarios comerciales, quedando de ese modo Europa totalmente al margen de la distribución de productos (de lujo, por ejemplo, esencialmente) que las élites del Viejo Continente demandaban.
 
            Persia, de una parte, y Turquía, fundamentalmente, de otra, eran esos poderes que hacían que se encareciera notablemente dicho tráfico comercial entre Oriente y Occidente (entre Asia y Europa) y provocaban de esta forma que los europeos de la época se vieran obligados a pagar unos elevados precios por los productos del Levante, tan ansiados, entre los que destacaban las codiciadas especias.
 
            Al mismo tiempo no hay que perder de vista que no se trataba de una cuestión de precios en mercado, sino de control de mercados, de control de líneas comerciales, y, por ende, de geoestrategia comercial y de poder (económico, político, militar), de manera que Europa se sabía en este sentido a la zaga de los grandes Imperios del Próximo y Medio Oriente (las ya mencionadas Turquía, con un pie puesto en Europa –desde la toma de Constantinopla, y aun antes de ese año 1453- y el Mediterráneo, y la no menos poderosa Persia (ya fuera la Persia bajo dominio mongol, con la Dinastía Timúrida -con Tamerlán como primer soberano desde el siglo XIV- o bajo la posterior dinastía Safaví, ya a principios, precisamente, del siglo XVI).
 
            Precisamente por ello Europa trata (los portugueses por la vía oriental, los castellanos por la vía occidental, que tendrá como frutos el descubrimiento de América y la Primera Circunnavegación de la Tierra) de hacerse con el control de rutas alternativas a las tradicionales, a las ya conocidas, para alcanzar los ansiados territorios asiáticos desde donde se lanzaban las expediciones comerciales que traían a Europa sus valiosos cargamentos.
 
            Europa trata, de ese modo, de sacudirse la presión de los intermediarios próximo y medioasiáticos persas y turcos, y más especialmente de estos últimos quienes, de la mano de su siempre frágil alianza con Venecia, monopolizaban las cabeceras de distribución mediterráneas de dicho comercio fabuloso: no en vano el veneciano Marco Polo fue quien, en época medieval, trajo noticia a Europa de las riquezas del Asia, del Imperio Chino y de ese Lejano Oriente que era casi una leyenda en los horizontes ideológicos europeos del momento, siglos antes de la I Vuelta al Mundo.
 
            Venecia, con su Dux Loredan al frente, asistiría atónita al desastre: Portugal, primero, y Castilla, España, poco después, darían al traste con el monopolio turco del que la Serenísima República se alimentaba, a caballo entre los siglos XV y XVI. El Mundo había cambiado, para siempre, y Europa se había sacudido el yugo que la atenazaba: la Primera Circunnavegación había hecho que todo fuera distinto, para siempre.
 
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