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Apuntes de Historia CCXLVIII
 
 
 
 
 
 
 
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07 de Octubre de 2017
“La Primera Vuelta al Mundo, un antes y un después en la Historia de  la Humanidad (V)”
Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Sabemos que el hecho histórico de la Primera Circunnavegación de la Tierra supuso un momento “bisagra” en la Historia dela Humanidad, pues determinó un cambio estético (sabemos que la estética es el complemento de la ética) en la cosmovisión que la sociedad europea (la europea primero, luego el conjunto del género humano, paulatinamente) tenía acerca no sólo de sí misma y de su continente, sino del Orbe terráqueo en su conjunto.
De este modo, la Expedición Magallanes-Elcano, que se hizo a la mar desde Sanlúcar un 20 de septiembre de 1519 para volver a nuestra ciudad un seis de septiembre de 1522 (después de tres años de travesía), marcaría un antes y un después en la Historia de la Humanidad.

El momento histórico en el que las cinco naves comandadas por Hernando de Magallanes (las naos Trinidad, Santiago, San Antonio, Victoria y Concepción) zarparon desde las playas sanluqueñas, esos principios del siglo XVI, corresponde a la época de la transición entre las Edades Media y Moderna europeas, un tránsito cultural que se prolongaría a lo largo de décadas y que llevaría al Viejo Continente a una renovación cultural (paulatina, extendida poco a poco -y no bien- entre las distintas capas del cuerpo social europeo del momento y por los paisajes de la geografía de este continente…) que hizo posible una ruptura de barreras (ideológicas, emocionales, intelectuales, culturales en fin) en buena medida relacionada con las consecuencias de la Primera Vuelta al Mundo.

Cuando la nao Victoria regresa a la “Bahía de Sanlúcar” (como retrata el cronista de la Expedición, el vicentino Antonio Pigafetta), el seis de septiembre de 1522 trae en la entraña de sus bodegas no sólo un cargamento de especias del Lejano Oriente, ni la experiencia de un viaje verdaderamente sorprendente: la nao Victoria trae en sus entretelas las claves de un nuevo mundo, grabadas a fuego en los ojos, la memoria, el conocimiento y la conciencia de los navegantes, 18 con Juan Sebastián de Elcano a la cabeza, que -habiendo sobrevivido al viaje y sus avatares- llegaron hasta Sanlúcar de Barrameda y la desembocadura del Guadalquivir con la referida nao en septiembre de 1522.

La nao Victoria trae consigo a Europa las claves de un nuevo mundo, de una cosmovisión nueva y distinta de la Tierra, pero la Europa que la viera partir tres años antes es, en realidad, un espacio (geográfico, económico, político, cultural, ideológico, estético…) en transformación: Europa, como venimos viendo en los párrafos precedentes, en los artículos precedentes, es en esos entonces un espacio en pleno proceso de cambio, donde se reúnen diferentes circunstancias que contribuyen a dicho cambio, y forman parte del mismo, de dicho proceso de cambio que damos convencionalmente en llamar -en parte, y en líneas generales- “Renacimiento” o “Modernidad”.

Hemos mencionado, a la hora de aproximarnos a dichos factores de cambio de la Europa de la transición entre los siglos XV y XVI, algunos como la toma de Constantinopla por el Imperio Otomano (con lo que ello llevó aparejado de cara a la desaparición de los últimos vestigios del Imperio Romano, aún supervivientes a mediados del Cuatrocientos, con la sensación de relativa orfandad que dicha pérdida hubo de dejar al menos en las mentes cultas de la Europa del momento), o las navegaciones oceánicas lideradas por portugueses y castellanos.

Estas navegaciones oceánicas no representarían tan sólo un ejemplo de la capacidad de superación del espíritu humano, sino la plasmación de la quiebra de un sistema de monopolio del control de las rutas comerciales de la época, cuyas cabeceras en Europa estaban hasta entonces controladas por los Imperios Turco (fundamentalmente) y Persa (en menor medida).

Portugal abrió las barreras de un mundo nuevo, navegando hacia Levante, y Castilla completó dicha apertura navegando hacia Poniente, y entre ambas naciones trastocaron, para siempre, el sistema geoestratégico global vigente hasta entonces y dando forma a una nueva geografía del poder económico, militar y político desde fines del Cuatrocientos y principios del Quinientos.

La imprenta, su desarrollo en Europa de la mano de Johan Gutenberg desde la segunda mitad del siglo XV, sería otro elemento de cambio esencial, pues permitiría la posibilidad de transmitir el conocimiento a una escala, proporción y velocidad enorme frente a lo que había sido posible hasta entonces.

Ello haría más difícil el control del conocimiento, pese a que la completa liberación de la impresión de volúmenes sería algo que se haría esperar siglos aún (el derecho de imprenta, la libertad de expresión, no serían un logro general del siglo XV, realmente). En cualquier caso, sí es de señalar que la imprenta sería en su momento un factor de cambio determinante como fin y como medio, pues la Reforma religiosa que sacudió la ortodoxia católica romana en la Europa del siglo XVI tuvo todo que ver con la imprenta y su desarrollo en el continente europeo: una de las reclamaciones de las diferentes confesiones “protestantes”, de las Iglesias reformadas de la Europa de los tiempos del César Carlos V sería, precisa y no casualmente la de la libertad de impresión de la Biblia en lenguas vernáculas, esto es, en los idiomas empleados en Europa en el Quinientos, lejos del latín que la Iglesia Católica Romana seguía manteniendo como único vehículo para la liturgia y para la impresión del Antiguo y el Nuevo Testamento.

Dicha Reforma religiosa, motivada además por cuestiones económicas que afectaban a los príncipes y las oligarquías de la Europa septentrional (cuyos intereses fueron determinantes en no pocos territorios de cara al triunfo de las Iglesias reformadas), sería uno de los elementos y factores de cambio fundamentales en la época de la Primera Circunnavegación.

Que la Corona inglesa llevó a cabo una desamortización de ingentes bienes eclesiásticos, puestos al servicio de los intereses de Enrique VIII, y que los príncipes alemanes consiguieron gracias a la Reforma hacerse con el control de unos obispados, con sus rentas, que estaba hasta entonces básicamente controlados desde Roma, no se oculta a nadie, si bien las motivaciones económicas de la Reforma suelen en demasiadas ocasiones ser dejadas en un segundo plano frente a las cuestiones de naturaleza teológica. En cualquier caso, la Reforma protestante es uno de los factores de cambio de la Europa de la Primera Vuelta al Mundo.

 

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