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Apuntes de Historia CCLXXVI
 
 
 
 
 
 
 
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22 de Abril de 2018
La Primera Circunnavegación, un proyecto globalizador (I)
Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Una de las constantes en el proceso mundial de la globalización es el polimorfismo de dicho fenómeno, sus múltiples perspectivas, sus muy diversas líneas de acción a lo largo del tiempo, la naturaleza poliédrica y, como hemos señalado, polimórfica de sus acciones, sus iniciativas, sus tendencias, y los múltiples caminos que ha seguido a lo largo de la Historia el sendero de la integración y la interacción entre las tierras y gentes de un planeta único en el proceso de la construcción de una realidad planetaria común.
La Historia ha conocido (y producido) no pocos avatares en el proceso, dilatado, inconcluso (quizá incluso inconcluible, imposible de ser llevado a término…) de la construcción de una realidad común, de escala y dimensiones planetarias, que aúne a todos los seres humanos bajo la consciencia de formar parte, en igualdad, de una misma realidad, de la misma tripulación de esta enorme nave espacial llamada tierra (si queremos plantearlo acercándonos a la perspectiva, por ejemplo, de un Isaac Asimov).

En un espacio y un formato como éste sería imposible, de una vez, acercarnos a dichas perspectivas y avatares con una mirada profunda, que captase todas las sutilezas de una gama de colores verdaderamente amplia (inabordable de hecho en este momento), pero sí resulta posible avanzar algunas ideas que centren el tema en lo que tiene que ver con uno de los momentos verdaderamente singulares de la Historia de la Humanidad, sabiendo eso sí, que la Historia es un proceso y no una mera sucesión de “momentos”.
 
Ese momento singular (“estelar”, como diría Stefan Zweig) es precisamente el de la Primera Vuelta al Mundo, el de la Primera Circunnavegación de la Tierra, el momento en el que la esfericidad del planeta queda demostrada desde la perspectiva de lo material y no sólo ya desde el plano de lo teórico, como había sido ya demostrada dicha esfericidad merced a los cálculos de científicos de la Antigüedad, por eruditos del Mediterráneo antiguo, como los estudiosos de la Escuela de Alejandría, aglutinados en buena medida en torno al Museo alejandrino, cuya última directora fuera Hipatia, asesinada por el fanatismo religioso de un cristianismo acaso más preocupado por afirmarse como realidad extensa -y por realidad de poder- que por la pureza de los sentimientos y principios caritativos recogidos en su doctrina y credo confesional.
 
El de la Vuelta al Mundo es -considerado en sí mismo- un hecho singular, pero es un hecho que se inserta en una realidad global: es un viaje de tres años (del 20 de septiembre de 1519 al 6 de septiembre de 1522) que no se produce de manera aislada, ni responde al capricho de unas determinadas circunstancias concretas, específicas y puntuales, ya que forma parte de las acciones de gobierno del soberano de Castilla y Aragón (es más sencillo y acorde a la realidad hablar del Rey de España), de la política de expansión económica (comercial, política, militar, geoestratégica es mejor decir pues lo aúna todo) de la Corona española a principios del siglo XVI, algo en lo que Carlos I de España (y enseguida V de Alemania) sería continuador de las líneas de acción trazadas por sus abuelos y predecesores en los Tronos de Castilla y Aragón, Isabel I y Fernando V respectivamente, monarcas empeñados en, culminada la Reconquista de los territorios peninsulares ibéricos, proyectar allende los límites físicos de sus reinos peninsulares el poder, la influencia y la acción de sus respectivos reinos, unidos por su matrimonio -unión que se materializaría con el ascenso al Trono de hija Juana I y, especialmente (dada la situación y la enfermedad de la Reina Juana) de su nieto Carlos, luego Emperador del Sacro Imperio Romano al recibir la herencia de su abuelo paterno, Maximiliano.
La Primera Circunnavegación es, pues, un hecho asimismo global, una de las claves de la Globalización como fenómeno histórico de naturaleza y alcance mundial, un hecho que -como hemos señalado con anterioridad- marca un antes y un después en los ritmos del conocimiento e incluso -cabe decir- de la cultura mundial, pues abriría la puerta a una nueva cosmovisión del planeta ligada a movimientos culturales como el Renacimiento europeo (al que daría la mano y con el que conformaría una amalgama estética e ideológica) así como a una nueva concepción de la economía (que ya podía, con el permiso de tecnología y mentalidades, adquirir unos perfiles globales), por no hablar de los horizontes ideológicos, mentales, que lograrían adquirir una nueva dimensión merced entre otras cosas a cómo la Circunnavegación habría de servir para ampliar dichos horizontes al enfrentar al Hombre de la época con una realidad ya nueva y distinta, con un planeta que se revelaba circular y enorme, pero en fin de cuentas, abarcable y finito.
 
La I Vuelta al Mundo es, como decimos, parte de un fenómeno amplio cual es el de la Globalización; es una de las primeras manifestaciones de dicho fenómeno que puede ser considerada como verdaderamente integradora, pues afectaría directamente al conjunto del Globo terráqueo: aquellos cinco barcos (San Antonio, Victoria, Santiago, Trinidad y Concepción) comandados inicialmente por Hernando de Magallanes, y especialmente aquella nao, la Victoria, que completó el Viaje bajo el mando de Juan Sebastián de Elcano lograrían marcar un antes y un después en la Historia de la Humanidad.
 
La Expedición, fraguada en las aguas del Guadalquivir, se haría a la mar un 20 de septiembre de 1519 desde las playas de Sanlúcar de Barrameda, y se completaría un 6 de septiembre de 1522, tres años más tarde, en esas mismas playas de la Bahía sanluqueña a la que se refiere en sus párrafos el italiano de Vicenza Antonio Pigafetta, cronista del Viaje, algo en lo que en tantas ocasiones nos hemos detenido en estos últimos años.
 
Así pues, la I Vuelta al Mundo es un proyecto cosmopolita, globalizador, que trasciende los límites de lo local desde cualquier perspectiva, y tiene que ver con esa dimensión holística de los fenómenos culturales y económicos que se insertan bajo los perfiles de la Globalización a los que venimos refiriéndonos en las líneas de este pequeño artículo.
 
Un proyecto europeo, español en su concepción y realización, en el que se unieron elementos humanos representantes de no pocas nacionalidades del Viejo Continente y que llevaría hasta un acaso insospechado “Plus Ultra” las banderas de Carlos V, y con ellas, el nombre de Sanlúcar de Barrameda, indefectible e indisolublemente ligado a la Historia de la que hubo de ser el primer viaje alrededor del planeta Tierra.
 
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