“La I Vuelta al Mundo, un hito de la Historia de la Humanidad (I)

Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Venimos haciendo hincapié a lo largo de estos artículos (y no sólo en las últimas semanas, sino desde hace ya unos años) en la relevancia capital que la Primera Vuelta al Mundo tendría en la Historia, como hito de la Humanidad, como punto de inflexión en nuestro devenir histórico en el planeta.

La Primera Circunnavegación de la Tierra, que tanto tiene que ver con nuestra ciudad, pues desde las playas sanluqueñas se hicieron a la mar los cinco barcos de la Expedición Magallanes-Elcano (las naos Trinidad, Santiago, San Antonio, Victoria y Concepción, bajo el mando de Hernando de Magallanes) el veinte de septiembre de 1519 y a Sanlúcar de Barrameda volvería únicamente la nao Victoria el seis de septiembre de 1522 tras completar su periplo en derredor del planeta navegando siempre hacia Occidente, comandada por el vasco Juan Sebastián de Elcano, dando literalmente la vuelta al mundo en más de un sentido, pues nada volvería a ser igual después de ese viaje.

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Entre esos momentos fundamentales en la Historia de la especie humana en el elenco de los cuales se incluye la Primera Vuelta al Mundo, podemos señalar algunos de los principales, de modo que se haga más inmediato el papel y el peso que esta Expedición ha tenido en la transformación del mundo a caballo entre las épocas Medieval y Moderna.

 

Uno de esos momentos esenciales en la Historia de la especie sería el del “descubrimiento” del fuego, si podemos singularizar con esa expresión el proceso (porque no sería un singular “momento” puntual, sino un proceso, como todo en la Historia) a través del cual los hombres prehistóricos (válganos decirlo así) fueron capaces de controlar, primero, y de procurarse por sus propios medios, después, ese entonces mágico elemento que sería el fuego y que ayudaría a la Humanidad a mejorar notablemente su “modus vivendi”, no sólo por procurar a los humanos calor artificial y luz en la noche lejana, remota, de sus cuevas y abrigos.

 

Además porque permitiría mejorar las condiciones de la alimentación y la conservación de los alimentos, pues éstos sometidos al tratamiento del fuego aliviarían la digestión del humano (pasar los alimentos por el fuego, de uno u otro modo ayuda a digerirlos, y a la larga, tendría efectos positivos en la especie…), sin contar con el hecho significativo y nada desdeñable de que dicho paso de los alimentos por el fuego permitiría aumentar sus tiempos de conservación, especialmente en lo que se refiere a las carnes (de animales y peces), frente a los alimentos crudos algunos de los cuales se conservarían menos y peor sin su paso por el fuego, como venimos señalando en las presentes líneas.

De este modo, pues, el fuego, su domesticación, su uso continuado por el humano, habría de marcar un antes y un después en la Historia de la Humanidad, y contar con su disponibilidad haría que la vida de los humanos cambiase para siempre desde entonces.

 

Otro de esos momentos esenciales en la Historia de la Humanidad habría de ser el del descubrimiento (usemos la misma palabra) y extensión de la agricultura (y de la domesticación de los animales), un fenómeno (como el anteriormente citado del “descubrimiento” del fuego) que no habría tenido un origen único en un solo punto del planeta, pero que se habría extendido a través de la geografía planetaria poco a poco hasta convertirse en una realidad global, en un fenómeno económico que transformaría para siempre las sociedades humanas y el comportamiento ecológico y económico de las mismas, llevando además a la construcción de estructuras superiores y jerárquicas relacionadas con la territorialización.

Igualmente dicho fenómeno, el de la aparición y la extensión de la agricultura, guardaría relación con el asentamiento territorial de los grupos humanos y su afianzamiento en tierras que serían ya definitivamente consideradas como “propias”, con fronteras y límites, con un espacio mejor o peor delimitado y puesto en explotación de diversas formas no excluyentes entre sí, de la mano de la economía excedentaria que generaría la agricultura, el dominio del cultivo y reproducción de plantas, frutos, del campo…

 

Otro de los momentos clave en la Historia de la Humanidad, en este repaso sucinto que estamos haciendo de los mismos con vistas a encuadrar la Primera Vuelta al Mundo en el contexto que verdaderamente le corresponde, esto es, entre algunos de los hitos esenciales de nuestro devenir histórico, podría ser sin duda el desarrollo de la escritura.

Mediante el empleo de símbolos gráficos de una u otra naturaleza se irían desarrollando en la Antigüedad los mecanismos de fijación y conservación de la memoria mediante la escritura, de manera que el conocimiento encontró un mejor y más profundo cauce de conservación y de comunicación, trascendiendo ya de la memoria individual de unas u otras personas y convirtiéndose en un bien al alcance de un número mayor de individuos.

 

Naturalmente la escritura está ligada a la existencia de personas capaces de manejar los códigos de la misma, algo que en la Antigüedad estaría reservado (deliberadamente además) a un reducidísimo número de verdaderos especialistas en cuyas manos (y retinas) se concentraría la capacidad de conocer y reproducir los símbolos, y de conocer además el significado de los mismos, un conocimiento que (como todo en el Mundo Antiguo) tendría un carácter sagrado y estaría ligado a los dioses, al mundo de lo divino, al ámbito de lo religioso, de lo sacro.

 

De este modo, y entre otros fenómenos históricos esenciales, la Primera Circunnavegación está a la altura de otras cuestiones de peso tales como la “domesticación” del fuego, en la Prehistoria, la generación de la agricultura, a caballo entre Prehistoria y Antigüedad, o la aparición -la creación- de la escritura, igualmente en época antigua, siendo éstos algunos de los momentos de inflexión de la Historia de la Humanidad que marcaron un antes y un después en nuestra Historia, como haría la I Vuelta al Mundo.